Don Jackson fue un psiquiatra norteamericano del S. XX, mejor conocido por sus aportes a la Terapia Familiar y por haber sido el fundador del Mental Research Institute de Palo Alto, California. Jackson ideó diversas maneras creativas para hacer psicoterapia, incluso con aquellos pacientes que, en su tiempo, eran considerados como intratables. En este post, revisaremos un caso atendido exitosamente por Don Jackson de un señor cuya idea paranoide estar siendo espiado constantemente no le dejaba tener una vida satisfactoria.
Este post cuenta con un video en nuestro canal de Youtube, el cual se anexa a continuación en caso de que prefieras verlo.
El paciente que temía que hubiera micrófonos en el consultorio
En una ocasión, durante la década de los 1950, acudió con Don Jackson un hombre de 40 años, atractivo y bien vestido; con “marcados síntomas paranoides”, así como “delirio de persecución”. Al llegar al consultorio de Jackson, este hombre comenzó a sentirse bastante inquieto e incómodo, ya que temía que el lugar estuviese intervenido con micrófonos espía para captar cualquier cosa que se dijera en aquella habitación.
En aquella época – y quizás también en nuestra época-, el sentido común habría indicado a cualquier psiquiatra que lo que debía hacerse en ese caso era cuestionar la veracidad de tan irracional creencia. Pero el Dr. Jackson decidió tomar un camino completamente distinto.
Concedió el beneficio de la duda a su paciente y le invitó a que juntos exploraran cada rincón y cada grieta del consultorio para que pudieran encontrar tales micrófonos.
Conforme avanzaban en la búsqueda, el paciente se sentía cada vez más inseguro y avergonzado acerca de lo que estaban haciendo. Sin embargo Jackson, en lugar de detener la operación, insistió en que debían seguir buscando los micrófonos porque el paciente podría tener razón.
Después de no haber encontrado nada, el paciente comenzó a hablar acerca de algunos problemas que tenía con su esposa. Según Jackson, “el paciente tenía buenas razones para mostrarse suspicaz, y aún cuando se estaba enfocando en una sospecha que era tangencial a sus problemas reales, se declaró incapaz de hacer cualquier cosa útil con respecto a sus preocupaciones y sus dudas en torno a su relación”.
El desarrollo de una técnica específica para trabajar con pacientes paranoides
La experiencia con este paciente impresionó tanto a Don Jackson que de ahí partió para desarrollar una técnica para el trabajo con pacientes paranoides: enseñarles a ser más suspicaces aún.
El simple hecho de idear una técnica de psicoterapia para pacientes “graves” que normalmente eran destinados de manera automática al internamiento era ya, por sí mismo, algo relativamente novedoso, dado que muy pocos terapeutas se atrevían siquiera a intentar trabajar con “mera psicoterapia” con pacientes esquizofrénicos o paranoides.
Pero el desarrollo de una técnica que no solo no estaba destinada a disuadir de manera directa al paciente de lo irracional de su creencia, sino que por el contrario, buscaba enseñarle al paciente a hacer más justamente de aquello que se desea evitar, fue algo completamente nuevo.
En consecuencia, para el año de 1963, el Dr. Jackson publicó un artículo llamado “Sugerencias para el Manejo Técnico de los Pacientes Paranoides”, en donde justifica tal forma de abordar dicho tipo de problema. A continuación, enumeramos las principales bondades de esta técnica señaladas por el Dr. Jackson.
¿Para qué enseñar a los pacientes paranoides a ser más suspicaces?
Establecer una buena relación con el paciente
Enseñar al paciente a ser más suspicaz derrumba rápidamente la barrera entre el paciente y el terapeuta, en contraste con un enfoque más de “soporte” como simplemente “estar ahí, apoyando al paciente”.
Además, enseñar al paciente a ser más perspicaz ayuda a establecer una buena relación debido a que el terapeuta no le está solicitando nada que no sepa hacer. Y una buena relación con el paciente es indispensable para que la terapia sea viable.
Romper sus patrones de interacción estereotipados con los demás
Generalmente, las personas paranoides están atrapadas en patrones de interacción estereotipados con las personas que les rodean. Estas interacciones son “repetitivas, ingratas y cumplidoras de profecías, y esto permite que la persona no tenga nuevas entradas de información” (Jackson, 1963). Cuando se pide al paciente que sea más suspicaz, se le forza a darse cuenta de más cosas acerca de sus relaciones con los demás. Esto puede conducirle a poner más atención a cada persona. A saber cuándo rien, cuando están enojados, etcétera. Esto puede ayudarle a romper estos patrones de interacción estereotipados, de manera que los demás comiencen a tratarlo de una forma diferente precisamente porque el propio paciente los trata de una manera distinta.
Asimismo, el hecho de ser más suspicaz con quienes le rodean puede ayudarle a transformar la certeza de que los demás quieren dañarle en una duda de si lo quieren o no dañar; o bien, a llegar a la conclusión, por sí mismo, de que no tiene fundamentos para sostener sus acusaciones o sus certezas sobre los demás ni sobre sus intenciones.
Deshacer patrones de “Doble Vínculo”
En otro artículo veremos a detalle qué es un “doble vínculo”. Aquí nos limitaremos a resumir que se trata de un patron interaccional que involucra a dos personas, una de las cuales depende de importantemente de la otra (hasta para la propia supervivencia; por ejemplo, un niño y su madre).
La persona dominante (digamos en este caso, la madre) envía mensajes paradójicos constantemente a su hijo, por ejemplo, un buen cumplido en un mal momento, o la solicitud de un abrazo seguida de un rechazo no verbal cuando el hijo le abraza. La exposición del niño a estos constantes mensajes paradójicos lo colocan en una situación insostenible en la que “mal si lo hace, y mal si no lo hace” (por ejemplo, mal si no abraza a su madre porque es juzgado por ella, pero también mal si la abraza porque ella lo rechaza cada vez que él intenta abrazarla). Además, debido a que depende de su madre para su propia supervivencia, no puede “escapar del campo”; es decir, que no puede exhibir el comportamiento ambiguo de su madre so pena de ser abandonado. La exposición constante a este tipo de relación, así como la falta de un tercer individuo que ayude al niño a darse cuenta de las ambiguedades a las que está siendo sometido orilla al niño a comunicarse de una manera que sí le esté permitida, generalmente a mediante síntomas. Los creadores de la Teoría del Doble Vínculo sostienen que este tipo de interacción puede ser la causa que explique muchos casos de esquizofrenia y de paranoia.
Pues bien. Cuando el paciente paranoide está expuesto a una situación de “doble vínculo” y el terapeuta le enseña a ser más suspicaz, esto puede ayudar a que el paciente se de cuenta de las ambigüedades a las que está siendo sometido y a hacer comentarios sobre ellas. Asimismo, la presencia del terapeuta puede otorgar al paciente la seguridad que necesita para notar las ambigüedades sin la amenaza del abandono.
Esto eventualmente puede ayudar al paciente a darse cuenta que sus sensaciones y sus corazonadas han sido correctas, y que su ira e irritabilidad tienen una causa comprensible. Este reconocimiento puede conducir a la desaparición de muchos de los síntomas paranoides o de esquizofrenia.
En resumen
Enseñar a un paciente paranoide a ser más suspicaz puede ayudarle a sentir que el terapeuta lo comprende y está de su lado, estableciéndose con ello una sólida relación terapéutica. También puede ayudarle a modificar sus patrones estereotipados de relación con los demás cambiando su trato hacia los otros y, por lo tanto, haciendo que el trato de los demás para sí se modifique también. En situaciones de “doble vínculo” puede ayudarle a darse cuenta de la situación insotenible que ha mantenido con los demás y que, por lo tanto, no necesariamente “está loco”.
Observaciones
En retrospectiva, aquellos que practicamos cualquier enfoque estratégico de psicoterapia podemos darnos cuenta de cómo muchas de las técnicas y de los principios que utilizamos tienen sus raíces en este tipo de intervenciones generadas mucho tiempo antes de la invención de los modelos estratégicos.
Enseñar al paciente a ser más suspicaz podría ser, desde el punto de vista del modelo de Terapia Breve de Resolución de Problemas, un giro de 180 grados con respecto a los intentos de solución originales por parte del propio paciente, su familia o hasta el psiquiatra que le atienda. Intentos que, en muchas ocasiones, se basan en tratar de convencer al paciente sobre lo erradas que son sus percepciones.
En términos del trabajo de Milton Erickson, esta técnica implica “hablar el lenguaje del paciente”, lo cual implica a su vez utilizar lo que el paciente ya hace. Hablar el lenguaje del paciente nos permite también mejorar la relación terapéutica con el paciente, lo cual es uno de factores más importantes al momento de predecir la efectividad de un tratamiento.
Fuentes
Jackson, D. (1954) “Tratamiento en el consultorio de esquizofrénicos ambulatorios”. California Medicine 81:263-286.
Jackson D. (1963) “Sugerencias para el manejo técnico de los pacientes paranoides”.